Así tu rostro desvanecido en mi mirada,
acaramelado de besos extraños
ya no necesita más miel;
besos de cobre te daré
esta tarde y al anochecer
cuando dejes de ser quien no eres.
Cuando penumbras invadan tu voz
y gorriones de escaso plumaje
te vistan de nuevos amores.
Cuando me oigas sin hablar
y murmures pleglarias de redención
ya no estaré porque habré dejado de amarte.
Sólo navegaré sobre nuevos soles
donde no estarán tus labios
y tu piel tan suave se vista de rosas fragantes.
Y guardaré tu voz y tu nombre
en los recuerdos que esconde
esta pluma que se desliza
para contar la historia de los amantes.
DERECHOS RESERVADOS
NATALIA ROSAL
No hay comentarios.:
Publicar un comentario